Hace ya varios años que el caso del negocio de la diversidad está hecho y validado en Estados Unidos. Los datos son claros y redondos y, por eso, conviene recordarlos.
McKinsey ha venido realizando investigaciones bajo el lema “Diversity wins” en distintos momentos: 2015, 2018 y la última en 2020. Su último informe muestra que la correlación entre diversidad en equipos positivos y mejores resultados de negocios no sólo es robusta, sino que se hace más fuerte con el tiempo. Empresas en el cuartil top de diversidad de género en equipos ejecutivos tienen una probabilidad 25% más alta de alcanzar resultados por encima de la media que las empresas del cuartil más bajo y este dato se ha incrementado desde el 21% y el 15% en las mediciones anteriores.
Por lo tanto, el caso de la diversidad se hace más fuerte conforme la sociedad y las empresas maduran.
Sin embargo, y este es otro dato interesante, se va estableciendo una polaridad entre las empresas consistente en que mientras la mayoría avanza poco o están estancadas, un número reducido de empresas ha hecho grandes progresos. Son empresas que dan a la diversidad un enfoque sistémico y orientado al negocio.
Esa es una paradoja importante ya que a pesar de que el caso del negocio de la diversidad es fuerte y paga buenos dividendos a las empresas que lo saben hacer, el progreso en el conjunto resulta lento para la mayoría de ellas, tanto en Estados Unidos como en otros países.
El peligro y la advertencia es no caer en el carácter gregario del discurso o en la complacencia de que creemos que progresamos y sólo lo hacen unos pocos.
Diversidad de equipos significa diversidad de perspectivas, que en un entorno de complejidad y cambio acelerado se convierte en un requisito de adaptabilidad para cualquier empresa. Uno puede no tener esa diversidad, no darse cuenta y practicar, sin embargo, un discurso diverso.
En una de las mejores charlas TED, la escritora Ngozi Adichie advertía del “peligro de una única historia”. Esta mujer nigeriana, que pasa su vida adulta en Estados Unidos, tuvo que luchar contra muchos estereotipos y ser consciente de cómo ella misma los aplicaba cuando iba a lugares como México. Ella advierte que el problema de los estereotipos es que se conviertan en la única historia y que ha visto cómo las personas que ha conocido en la vida se pueden enriquecer integrando otras historias, que sólo puedes descubrir de personas diferentes a ti.
Ahora que vemos que es fácil estancarse debemos aprender de empresas que están adelantando financieramente a otras con enfoques sistémicos de inclusión, asegurando la representación del talento diverso, fortaleciendo el rol de liderazgo o derribando barreras existentes pero invisibles con mayor equidad y transparencia.
También en iniciativas de inclusión y diversidad hay que escuchar muchas historias.
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