Te voy a dejar dos datos que quizás no todos conocen.
Cuando los individuos perciben que tienen un mayor control sobre su bienestar laboral, se sienten un 38% más comprometidos, no sólo en el entorno del trabajo, sino por supuesto también en su entorno personal.
El hecho de que nos sintamos bien cuidados tanto física como emocionalmente hace que aumente inmediatamente nuestra salud física y mental. Los estudios ya garantizan que el ROI de la construcción de un buen entorno en el trabajo, capaz de poner el foco no solamente en los objetivos, sino también en el bienestar laboral a lo largo del proceso, está medido en casi 3€ por cada euro invertido.
Nos encontramos ante el reto de conseguir que nuestros empleados no sean simplemente elementos de producción industrial, sino que en el proceso de pertenencia a nuestra organización mantengan una calidad de vida y sean capaces de adaptarse al entorno altamente cambiante que afrontamos. Por eso creemos que es un tipo de soluciones muy indicado para empresas que se estén enfrentando al reto de la transformación digital y necesiten que sus equipos trabajen de una forma realmente ágil.
En las últimas décadas el desarrollo tecnológico ha sido tal, que hemos cambiado nuestro estilo de vida por completo. La profesora Judith Cole y sus colaboradores, presentaron hace años algunas conclusiones en forma de barreras que dificultan el bienestar laboral en el mundo corporativo. Este grupo de investigación se centraba mucho en la necesidad de la reducción de conductas sedentarias dentro del mundo del trabajo. Y concluían que una gran parte de las barreras de dificultad, para no poder cambiar nuestros hábitos tienen que ver con percepciones limitantes por parte de los propios trabajadores, especialmente, de aquellos con perfiles más directivos:
- Percepciones tales como que estar sentados es más apropiado para trabajar con ordenadores que hacerlo de pie.
- Asociaciones entre el tiempo de permanencia sentados y la carga de trabajo que presentan.
- Asociaciones entre los límites temporales de entrega del trabajo y el hecho de que la interrupción del mismo (para abandonar los puestos de trabajo y moverse) pudiera afectar a la carga de trabajo que son capaces de sacar adelante.
- Percepción de que ciertas propuestas para promover menos sedentarismo son percibidas como lujos extras que no pertenecen al cuerpo de negocio, en lugar de factores que pudieran contribuir a mejorar la salud física y por tanto el bienestar laboral y la productividad global de la compañía.
En resumen, las principales barreras identificadas por este grupo de expertos parecían estar asociadas a la naturaleza del propio trabajo, a la presión percibida de los trabajadores a permanecer sentados frente al ordenador, a la propia elección de desarrollar la actividad física fuera de las horas de trabajo y a la falta de facilidades asociadas a la naturaleza física del lugar de trabajo que no permite generar necesidades para inducir movimiento.
Pero esta asociación directa entre el bienestar laboral y la tendencia a un exceso del llamado ‘tiempo sedente’, es tan sólo la punta de un iceberg que merece la pena estudiar en su conjunto. Tal como presenta el neurocientífico Mariano Sigman en su libro La Vida Secreta de la Mente, “la dopamina es el combustible vital para el aprendizaje, pues los circuitos irrigados por la dopamina se vuelven maleables y predispuestos al cambio. En ausencia de dopamina, en cambio, los circuitos neuronales son en su mayoría rígidos y poco maleables” Centrémonos por tanto en ese combustible que señala Sigman, que nos puede cambiar el entorno y el bienestar laboral de forma apreciable, y que no tiene porqué disparar su precio ni disminuir su oferta en momentos complejos como el que estamos viviendo a nivel mundial.
Tres ingredientes básicos para que ese combustible forme parte de nuestro ambiente y bienestar laboral
- El primero ya lo hemos mencionado a lo largo del artículo. Como dice un sabio refrán papúa, “el conocimiento es tan solo un rumor hasta que llega al músculo”. Por tanto, si queremos un estilo de empresa con capacidad para afrontar los retos en este incierto momento al que nos enfrentamos, provoquemos un estilo activo de vida personal y laboral a nuestro alrededor
- El segundo lo mencionamos muy a menudo en nuestras reuniones con la alta dirección. “La Confianza en el Alto Rendimiento no viene dada, se entrena diariamente”. La secuencia está muy documentada en nuestro programa BUILDING TRUST. Si queremos trabajar y producir con la gente que nos rodea, debemos construir buenos equipos, capaces de orientarse a los objetivos con procesos ágiles y diferenciales; y sólo será posible hacerlo cuando pongamos las bases de una buena relación de confianza. Os dejamos 3 muy específicos.
- Implicación en los procesos
- Buen uso de los recursos
- Responsabilidad individual
- Los dos puntos anteriores, serán mucho más fáciles de aplicar a nuestra vida y a nuestro trabajo si realmente nos conocemos a nosotros mismos, siendo conscientes de nuestras fortalezas y de nuestras debilidades, lo cual acabará incidiendo en una mejor gestión del estrés.
No sé si han escuchado alguna vez eso de que “se puede enseñar a un pavo a trepar a un árbol, pero es más eficiente contratar a una ardilla”. Si en cada área de nuestra vida (educación, trabajo, salud…) hubiese un mayor conocimiento y sensibilidad hacia cada particular manera de estar en el mundo, sería posible crear, desde el respeto a esa diversidad individual, entornos más adaptados, y por tanto, organizaciones más eficientes, con personas más felices, sanas y productivas.