Las cinco trampas mentales que debe evitar un líder ágil

Vivimos en un entorno en transformación acelerada y disruptiva. Los líderes que quieran actuar eficazmente en él necesitan adaptarse. No sirven los mismos comportamientos de liderazgo que funcionaban en un mundo más lineal y predecible.

Sin embargo, como sabemos, las mentalidades cambian de manera mucho más lenta que las cosas de nuestro entorno. La realidad es que, como personas, amamos la simplicidad mucho más que la complejidad. En entornos caóticos nuestro cerebro busca respuestas decisivas para problemas simples. Además, están reforzadas por haber funcionado a los líderes en los entornos más estables del pasado. Pero son ineficaces en un entorno complejo. Y normalmente somos inconscientes de ello. El líder lo único que percibe es la frustración de no obtener los resultados buscados.

Es lo que Jennifer Garvey define como “trampas mentales del líder en un mundo complejo”. Vamos a recorrer brevemente las cinco más importantes. Y al hacerlo, te invito a que reflexiones si pueden actuar en ti o en otros líderes en tu ámbito profesional: La trampa de tener razón: sentir que tenemos razón no significa tener razón. Los neurocientíficos han observado que la sensación de certeza genera emociones, igual que el amor o el odio. Y surgen de manera independiente al pensamiento racional. Sentimos que tenemos razón y dejamos de recibir evidencias de lo contrario en un proceso que se va haciendo más profundo. Nos incapacitamos para encontrar respuestas a problemas complejos. Tener razón se convierte simplemente en una emoción. Algunas soluciones a esta trampa son “escuchar para aprender” en vez de “escuchar para ganar” o “arreglar cosas”. O explorar el otro lado de cada situación.

La trampa de las historias simples: nuestro deseo de historias simples no nos deja ver la complejidad de las historias reales. Un líder sabe comunicar con historias, tienen la capacidad de hacer sentir y ser memorables, de conectar con un propósito. La trampa surge cuando la realidad se hace compleja y no entra en la estrecha narrativa que hemos creado, impidiéndonos ver riesgos o necesidades alternativas. Algunas soluciones son construir mentalmente historias a modo de escenarios alternativos. ¿Cómo puede nuestro villano estar viéndose como héroe? ¿Qué otras historias pueden explicar lo que está pasando? Necesitamos historias, pero no de Disney sino de nuestro mundo complejo.

La trampa del consenso: queremos saber cuál es nuestra tribu y sentir que pertenecemos a ella, aun adoptando ideas sin cuestionarlas. Cuando nos mostramos en desacuerdo con nuestro equipo surge un estrés emocional en el cerebro asimilable al dolor físico. Cuando priorizamos el consenso como señal de pertenencia adoptamos acuerdos fáciles sin considerar mejores opciones en entornos complejos. Puede ocurrir a la inversa, rechazamos las ideas de “las otras tribus” en dinámicas polarizantes y simplificadoras. ¿Soluciones? Considera el conflicto con tu grupo como algo que ayude a fortalecer una relación. Muestra desacuerdo para expandir el abanico de soluciones. Abraza la diversidad, construye equipos “intertribales”.

La trampa del control: estar a cargo de algo no es lo mismo que tener control sobre algo. ¡Qué gran felicidad damos a nuestro cerebro cuando estamos en control directo sobre algo! Anhelamos un mundo de control directo sobre los resultados que es imposible en un entorno complejo. Complejidad es una interacción dinámica y combinatoria entre diferentes actores. Y nuestra obsesión de control nos lleva a aportar soluciones simples y unilaterales. ¿Cómo salir de esta trampa mental?. Somos líderes, somos responsables, pero aflojemos el corsé de “la ilusión de control” y encontraremos soluciones más innovadoras. Disfruta del placer del control únicamente en aquellos pequeños placeres de tu vida donde sí puedas tenerlo. En la realidad compleja experimenta y rectifica, facilita soluciones colectivas en vez de aportar las tuyas unilateralmente.

La trampa del ego: protegemos a la persona que somos en vez de ayudar a emerger a la persona que puede ser. Y para defender nuestro tesoro acudimos a trampas mentales como las anteriores. Hay investigaciones que muestran que la mayoría de nosotros piensa que hemos cambiado mucho en el pasado, pero que ya no cambiaremos mucho en el futuro. La principal barrera de nuestro cambio está en nuestro propio ego. Podemos abrirnos a buscar nueva información en el mercado, pero si no cambiamos nuestras formas de pensar y actuar no vamos a tener un impacto en un entorno nuevo. ¿Cómo salimos de esta trampa? Busca y ayuda al nuevo líder que quiere emerger, sabiendo que para ello tendrás que dejar de aferrarte al modelo de líder que has sido hasta ahora. Ahí las tenemos, ¿Has podido encontrar vínculos en ti o en líderes cercanos? A menudo nos aferramos a las trampas mentales cada vez con más fuerza, como si fueran tablas de salvación, en un impulso por sobrevivir. Pero no son un salvavidas, ¿quién quiere simplemente sobrevivir? Se trata de expandirnos en un mundo que es complejo e impredecible para todos.

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