Si te digo que calcules 2×2 te parecerá sencillo. Pero si te digo que calcules 28×45, no será tan fácil, ¿verdad? Lo mismo nos ocurre con las decisiones de inversión. Las decisiones complejas que tienen en cuenta muchas variables y requieren mucha información, nos llevan tiempo y consumen una mayor energía mental. Por eso nuestro cerebro, que es muy ahorrador, utiliza atajos a la hora de tomas determinadas decisiones.
Estos atajos, también llamados sesgos, fueron identificados por Daniel Kanheman, Premio Nobel de Economía, en su libro “Thinking, Fast and Slow” .Para Kanheman existe dos sistemas de pensamiento:
El Sistema 1, el pensamiento rápido asociado a la intuición, responsable de las impresiones y juicios rápidos. Opera de manera automática con poco consumo de energía.
El Sistema 2, asociado al razonamiento, al análisis y al control. Es por tanto más lento, y al requerir más esfuerzo, consume más energía.
Los dos sistemas están conectados. El sistema rápido hace propuestas al lento en forma de impresiones, intuiciones, preferencias y sensaciones.
Las decisiones financieras, como la contratación de un fondo de inversión o un préstamos hipotecario son decisiones complejas, en las que el cliente no tiene acceso fácil a toda la información
Por eso nuestro cerebro tiene a encontrar esos atajos mentales o sesgos que hacen que nuestras decisiones financieras no sean siempre racionales.
Se conocen más de una docena de sesgos que influyen en el proceso inversor y la buena noticia es que la mayoría son predecibles. Los conoceremos en este blog.